Saturday, April 22, 2006

RPS 1 - Mónica - Scarlett

Aquí voy a estar publicando esta historia, en capítulos, que he estado escribiendo desde hace tiempo y que aprecio tremendamente. Es una historia con personajes verdaderos, Mónica y Scarlett, dos amigas mías de la Universidad, y que yo pongo en una situación bastante interesante... lésbica.

Es lo que llamarían en este mundo literario un Real People Slash...

Lean y opinen!!!

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RPS Capítulo 1

—¡Hola, Moni! ¿Qué haces?

Scarlett se inclinó y saludó a Mónica con un beso en la mejilla.

—Nada, güey, que al rato tengo examen de Merca Integral y no he comido... ¡Tengo hambre...!

—Ah...

—¿Qué haces?

Scarlett dejó su mochilita en una de las bancas, a un lado de Mónica, y se inclinó viendo lo que ella tenía sobre la paleta en donde estaba sentada.

—Nada, güey, que el pinche Millán me pidió que le revisara unos trabajos y los quiere antes de las 6. —Alzó la mirada y vio a Scarlett. —¿A qué horas es tu examen?

—A las 7, pero... ay, tengo que comer algo.

—¿Te pido un favor? ¿Me puedes dictar esto?—le extendió la hoja a Scarlett, que se sentó a su lado, tomando la hoja y cruzando las piernas.

—¿Qué es?

—Es lo que les va a poner Millán en el examen de filosofía, uno de los becarios se lo bajó en Word, pero como es medio güey, me pidió que lo revisara. Y la neta tengo hueva. ¿Sí me dictas?

—Bueno...

—Anda, y te acompaño a comer algo después, y te ayudo con Merca.

—Va.

Y le comenzó a dictar el texto. Al hacerlo, apoyados sus codos sobre la paleta, Mónica iba palomeando aquí y allá en lo que tenía escrito en la hoja impresa. Estaba cansada y desvelada. El día anterior había tenido evento, una de esas fiestas de inauguración de no sé qué y la agencia le había llamado para que fuera a trabajar. Habían terminado tarde, y ahorita, la verdad, ya estaba “hasta el queque”. Apenas si escuchaba lo que le decía Scarlett, sus palabras llegaban hasta ella como un susurro, su mente estaba lejos, lejos.

De pronto, bajó de golpe la pluma que sostenía en la mano y la estrelló contra la paleta de la banca, poniéndose de pie.

—¿Sabes qué güey? Ya estoy hasta la madre. Le voy a llevar sus cosas a Millán y que se vaya a la chingada. Ya me harté de que nada más a mí me pone a trabajar y ahí tiene a todos esos becarios buenos-para-nada. Dámelo.

Le quitó la hoja a Scarlett de las manos, suavemente, y mientras la ponía con las demás hojas en la carpeta, espetó:

—Gracias, corazón...

La sangre se le subió a la cabeza de un golpe. Se ruborizó. ¿Qué acababa de decir???

Sin alzar la mirada, agarró las plumas y el folder y los metió en una carpeta, nerviosa. Sólo oyó la voz de Scarlett que le respondía...

—De nada, Moni...

...con un tono deliciosamente dulce... Le había escuchado ese tono antes, dulce, exquisito, deleitante, cuando se lo decía a alguien que le gustaba, o cuando se le declaró a Ulises ahí en el Centro de Comunicación... pero nunca se lo había escuchado diciéndoselo a ella...

Se preocupó.


¿Pero de qué se preocupaba?

—¿Querías algo de comer?—preguntó, sin alzar la mirada.

—Sí...

Tomó la carpeta con los brazos y, casi sin mirarla, le dijo a Scarlett:

—Pues vamos, pues.


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